sábado, 24 de septiembre de 2011

Tumores...


María durante la sobremesa viendo la serie Anatomía de Grey, se pregunto si lo que le había sucedido hacia ya seis años no habría sido un tumor cerebral, de esos que te hacen ver visiones hermosas visiones, sensaciones, que te hacen tener sentimientos y parecer tan real como le estaba sucediendo a la protagonista de la serie.

Ahora en la distancia de minutos rotos se descubría casi sin recuerdos de lo que había vivido, esas horas de risas, de confidencias, de hacer el amor, de bebida, y seducción, ahora lo recordaba como si en realidad no la hubiesen sucedido a ella, si no a la protagonista enferma de una serie americana, limitados recuerdos, rincones oscuros de una felicidad engañosa y cruel.

María se había dado cuenta de que había vencido a dicho tumor, el veneno de una quimio de desengaño, de desamor, había cumplido su cometido, aunque dejando secuelas, la contaminaron de desconfianza hacia el amor, la seco de sentimientos románticos, esa cura la devolvió a la realidad, pero se le olvido devolverle la fe en el amor.

Sin embargo, pronto llegarían campanas, alegres sonidos de un altar de media tarde, alegre barullo de familia reencontrada y una próxima vida en común, para María seria fascinante mirar a los ojos a dos personas enamoradas, al menos, por una tarde, seria capaz de recuperar ese sentimiento tan nocivo como la quimio, miraría al amor a los ojos sabiendo que en ella jamás volvería a perjudicar y se sentiría segura.

miércoles, 11 de mayo de 2011

María




María veía pasar la tarde de domingo entre la indiferencia de un cielo gris, a ratos, y otros con un sol maravilloso, tras un día de primavera fresco, casi con aroma otoñal, que le daba un respiro para prepararse al verano, que temía, por hastío, húmedo y sofocante, como todos los años, afrontaba esa época del año, como podía, conocía de sobra como el tiempo jugaba con ese dichoso pueblo, odiaba el verano.

En la tele echaban “Bajo el sol de la Toscana” y se le ocurrió como seria una versión española de dicha película, posiblemente a la protagonista, no hubiese pillado al marido con otra en su misma casa, seguramente ese marido hubiese estado horas detrás de una pantallita del ordenador, y ella le hubiese pillado alguna conversación, horas de sexo y quedadas en días de trabajo, por supuesto, para que ella no se enterase, posiblemente leería como despectivamente él le decía a ella, “mi parienta no se entera”, haciéndose el listillo, nunca dando su numero de teléfono personal, si no otro destinado a las amigas y del que su mujer no tendría ni pajolera idea, o el del trabajo, por supuesto móvil, cobardía siempre la cobardía.

Ella habría ido a pasar una temporada, no cruzando el charco, si no yéndose a algún pueblo escondido de pocos habitantes, tampoco habría comprado la casa, ni rehaciéndola, posiblemente buscaría un trabajo, pusiese un pc en su casa y seguramente jugaría con la tentación de una pantallita de ordenador, que, tras varios meses de seducción, un simple mecánico, disfrazado de masajista la llevase hasta la habitación de varios hoteles haciendo que renaciese ese sentimiento que tenia casi olvidado, hasta que a él le diese la gana o se cansase de la torturada recién separada y se envolviese en los brazos de una divorciada con hijas adultas que es mas practico.

Posiblemente en esa casa de ese pueblecito, no nacería ningún bebe o… quizá si, un pequeño mecaniquito pelirrojo que llenase sus días, del que el cobarde de su papá ni siquiera hubiese querido tener conocimiento, esa seria su “vendetta” a la española.

Si, a María le gustaba transformar películas, en particular las de serie b, lo que no sabrán nunca es si es real o una versión a la española de una seudo enamorada, sonreía el pequeño pelirrojo había montado su primer coche de juguete…seguro que seria un buen Rey Midas…

jueves, 19 de agosto de 2010

aaaahhhh la lluvia fresquita….



Amenazaba, por fin, el cielo con la típica tormenta de verano, a pesar de eso, Maria no había dudado a la hora de salir de casa, miraba hacia él y veía como las nubes se agrupaban haciéndose hueco para comenzar su baile.

El aroma a tierra mojada anticipada a la lluvia y al salitre del mar, se mezclaba en el aire de la mañana de ese agosto particularmente bochornoso, necesitaba la lluvia, tan escasa en ese pueblo, era un bien tan preciado para Maria que cuando comenzó a llover revivió.

El sonoro repiqueteo del agua en el suelo y en su piel, los truenos, acompañando esa maravillosa música matutina, respiro hondo no le importaba que las gotas cayesen por su cara, no sabia para otras personas, pero para ella era una especie de revitalizador que agradecía cada poro de su piel, supuso que para la gente que había llegado allí de veraneo esa lluvia fuese una molestia, pero, aaaahhhh la lluvia fresquita….

De regreso se fijo en unos niños que desde el balcón de su casa, hacían burbujas de jabón adornando la calle, el arco iris de esas burbujas, su fugaz vida y las sonrisas que provocaban a algunas personas que, como ella, pasaban por allí y guiaban la vista siguiéndolas hasta verlas desaparecer en un liviano estallido, era agradable sonreír acompañada por personas que no conocía, que ni siquiera paraban y que compartían con ella esos segundos de inusitada niñez otoñal, que poco se necesita para sonreír y cuanto cuesta hacerlo.

Regreso a su casa, abrió la nevera y con un refresco en la mano se asomo a la ventana, aun estaba mojada, observaba ese suave danzar, las ondas que provocaban las gotas, aun se sentía algún trueno en la lejanía, seguía oliendo a tierra mojada y salitre, y, se deleitó con esos minutos en solitario, a saber cuando podría recrearse de nuevo de otro día de lluvia, suspiro, sabia del bochorno que quedaría cuando la tormenta , como cualquier amante infiel siguiese su camino y desapareciese, pero hasta ese momento la había encantado estar en esa maravillosa compañía.


miércoles, 4 de agosto de 2010

aaagggg puñetas!!!!




Desde esa altura era maravilloso, las vistas desde el castillo de Santa Bárbara, eran una mezcolanza de azules y tejados de un Alicante bullicioso y atrayente que incitaba ha hacer miles de fotos, hacia casi 40 años que quería subir a ese lugar, por fin admiraba desde lo alto toda esa preciosa y a la vez, para María, triste ciudad.

No quería volver allí, Alicante era extraordinario, pero los recuerdos aun se agolpaban, a pesar de que habían pasado ya 6 años. Ya no cabían mas excusas, sus dos mejores amigas y su hija mayor con otras dos habían organizado el viaje de fin de semana que ni por asomo se imagino que estaría lleno de “sorpresas”, una de ellas el alojamiento, Hotel Abba, inesperado, la habitación 321 ¡TOMA YA! Aunque estaba cambiada era la habitación que tantas noches había compartido con él, sus amigas sabían de su “locura” pero para nada los detalles, ¡¡¡aaaaggg puñetas!!!

La noche del viernes fue genial, una frugal cena y varios pub de la ciudad, mucha música, varios moscones, muchas risas y cansancio, apenas pudo pensar en nada más, algo que se propuso y consiguió, la llegada al hotel a las 5 de la madrugada las dejo KO hasta las 11 de la mañana del sábado. Bien… de momento todo controlado.

Aunque era principio de otoño la temperatura era magnifica, un paseo por la ciudad, una buena comida para las seis, y un gran y tranquilo paseo por el puerto, era una tarde ideal para hacerlo, había varios puestos, una especie de mercadillo, el aroma de los distintos inciensos y el mar, los magníficos colores de algunos cuadros y distintas baratijas expuestas y un gran golpe en la boca del estomago al ver lo que ella no esperaba ver ni de coña.

Desconcertada volvió a mirar hacia donde le había parecido verle, quería cerciorarse de si era él y vaya que sí. Su andar, (que siempre le recordó a la canción de Rubén Blade “Pedro navaja”) “con el tumba'o que tienen los guapos al caminar”, su reloj naranja a pesar de tener 50 años, unos pantalones blancos ibicencos, una camisa del mismo tono y unas sandalias tipo fraile, su bolso de caballero colgado del hombro, siempre le decía que llevaba su casa ahí dentro y apostaría que no llevaba ropa interior, jamás la usaba. Escucho su voz masculina tan conocida por ella, comentaba con su “pareja”, Maria imaginó que seria ella, algo, los demás apenas le prestaron atención, un si cariñito por parte de ella, fue su breve conversación y paso a ocupar su verborrea con alguien que iba con ellos.

Maria no sabia que hacer, seguía mecánicamente al conversación con sus amigas pero él aun tenia ese poder hipnótico en ella, necesitaba seguir mirándole, su pelirrojo pelo aun con mas canas de las que ella recordaba, las gafas puestas, que antes solo se las ponía en contadas ocasiones, su nariz, siempre le recordó los versos de Quevedo “A una nariz”.

Se preguntaba que pasaría si él se volviese y la viese, posiblemente ni la recordaría, él había avanzado, Maria apenas comenzó a darlos y se tropezó con esto,¡¡¡ como iba a avanzar joder si daba uno y se tropezaba!!!

Volvió a concentrarse en la conversación de las chicas, dejo de mirarle quería desprenderse del inesperado encuentro. su hija y sus amigas decidieron ir a comer algo y ver cosas ellas solas, Maria y sus amigas se dirigieron a un chiringuito, otra sorpresa mas… era el mismo en el que estuvo con él varias veces, comento a sus amigas que le había visto y que estaba un poco aturdida, le llenaron a preguntas que contestaba mientras el camarero ponía los mojitos que habían pedido, tras lamentarse sus amigas de lo que había pasado María les dijo que no se preocupasen, era cosa del destino que estaba de mala hostia con ella, provocando la primera de las risas de las tres, no sabia por que aun le afectaba tanto, necesitaba refrescarse y se dirigió al aseo, se lavó la cara, volvió a retocarse, uso su perfume, y salio no sin toparse con otra “sorpresa”, los ojos de él por encima de la copa de cerveza la miraron asombrados, una leve inclinación de cabeza a modo de saludo hizo que María despejase las dudas anteriores, la recordaba, aunque María no contesto al saludo, resurgió la mascara de nuevo en su cara le miro como si no el conociese y se dirigió a su asiento.

Les comento a sus amigas lo que había pasado, las miradas que se dirigieron fueron mutuas, al principio casi fugaces, aunque María quería saber hasta donde llegaba ese amor tan grande que tenia hacia su nueva pareja y las miradas comenzaron ha ser mas apasionadas, mirándole las manos, la boca, él sabia que eran su debilidad, le miro con el mismo deseo que cuando compartían la habitación 321 del Abba, y si pudo certificar dos cosas, que aun tenia poder sobre él, ya que una de sus amigas hablando bajito nos comento que la tienda de campaña estaba con el mástil alzado, palabras textuales, y que seguía con la costumbre de no llevar ropa interior, una sonrisa salio de la cara de Maria, llevándose el mojito a la boca alzo el vaso en forma de saludo hacia él.

Había dos cosas tenia claro, esa noche él haría el amor con su pareja, pero estaría pensando en ella y sus noches juntos y que tenían razón cuando decían que se necesitaba tiempo para oler las rosas.

miércoles, 14 de julio de 2010

María



Maria suspiraba a la hora de cenar, en casa eran cuatro, aunque normalmente los sábados, era solo su pequeña quien acompañaba su escueta cena.
El armonioso tintineo de su voz, a veces sonaba monótono, comentaba cosas de internet de series preadolescentes que veía en algún canal de la TDT. Solían ser siempre las mismas cosas, aunque Maria afirmaba suavemente con la cabeza, la miraba sorprendida en algún comentario que su pequeña pusiese énfasis, soltaba algún “no me lo puedo creer”, para su pequeña eso era suficiente, le hacia sentirse importante y a la ultima como ella quería.

El mando de la televisión era sin duda alguna en esas ocasiones su fiel aliado, esa noche en un canal temático, televisaban un concierto de Mark Knopfler, magnéticos los recuerdos que se agolparon en su cabeza recontándose a cuando conoció a su primer amor, no encontraba sentido que su recuerdo llegase ahora, quizás la soledad estaba volviendo a jugar con ella.

Recordó que no era fácil que ella gustase, no era delgada, aunque si tenía una cara bonita y un largo pelo negro que le llegaba hasta la cintura, no vestía a la última y su educación era la tradicional en esa época, aunque pensó sonriendo que apuntaba maneras de roja, claro que los genes paternos estaban ahí…escondidos, por supuesto.

El chico, típico niño de papá, moreno, alto, ojos verdes, del que por supuesto no esperaba ni siquiera que la mirase, y aunque si se fijaba en ella, pocas veces hablaban, siempre el juego de miradas y un escueto ¿Y qué si me gusta? que le escucho decir un día a sus amigos callando la broma de parte de estos, a Maria eso le bastaba no necesitaba mas.

Solían coincidir en un local que de jueves a domingo se transformaba en una pequeña discoteca de pueblo, un chico que tocaba los éxitos del momento, y bastantes jóvenes que solían venir de pueblos cercanos.

En la televisión, el sonido de fondo de Brothers in Arms, le hizo recordar uno de esos días, en los que ella estando con sus amigas en corrillo, mientras se fumaba un cigarro, se habían estado mirando bastantes veces, ninguno de los dos retiraba la vista del otro, tampoco se decían nada, a Maria le gusto ver cuando el se acerco, se dirigió hacia donde estaba ella, le cogió la mano y un susurrante, ¿bailas? Poniendo los verdes ojos en los de ella, no había que hablar mas, solo sentir, las grandes manos de el acariciando al espalda de ella en un suave baile y las manos de ella metiendo los dedos entre su pelo, mientras escondía su cara en el cuello de él oliendo su fresca colonia.

Pasaban horas así, sin interrupciones inoportunas, sin dar explicaciones a nadie, sabiendo que estaban cómodos el uno en brazos del otro, quizá queriendo ir a mas, pero sin siquiera decirlo, simplemente abrazados, bailando esas maravillosas baladas de los 80.

Le gusto la cena de esa noche de verano, melancólica, pero entrañable.

sábado, 3 de abril de 2010

Paz por unos minutos



María no tenia muy claro que le pasaba en esta época del año, normalmente le parecía o tenia la creencia que Dios, si existía, apenas se daba cuenta de que sus “hijos” lo estaban pasando francamente mal, sobretodo los niños, esas pobres y endebles criaturas que nacen para únicamente morir de hambre poco tiempo después, los sacerdotes pederastas, que la iglesia tuviese tanto dinero y no se destinase nada mas que a cubrirse buenas ropas a una jerarquizada iglesia que enseñaba en nombre de Jesucristo, un hombre criado en la pobreza, predicando a los pobres y para ellos dándoles todo lo que él podía y que sin embargo en estos tiempos ella pensaba que nadie de la iglesia recordaba.
Ahora la iglesia estaba podrida por el ansia de poder y politizada más que nunca…esas situaciones a Maria que había recibido una educación católica, le habían hecho perder mucha fe.
Pero la Semana Santa, le hacia por unos días dejarse llevar viendo y sintiendo la fe que ella pensaba perdida, en esta época del año Maria se sentía mariposa recién terminada su metamorfosis, ávida de querer conocer, de querer entender si aun había en ella un resquicio de esa fe que antes tenia en Dios.

Con este empeño se desplazo al sitio de nacimiento, necesitaba volver a ver al Cristo de Medinaceli, ver como salía de la basílica acompañado por todos sus hermanos, Maria tenia que reconocer una cosa, adoraba a ese Hombre siempre admiro lo que se decía de El, sabia que era un Hombre con unos principios muy avanzados a su época, era respetuoso, noble, sereno, sabio, responsable, tenia todo lo que Maria trataba de encontrar en un hombre para entregarse a el, y que aun no había encontrado.

Su espera rodeada de su familia a las puertas de la basílica en Madrid a pesar del cansancio acumulado por el viaje en ese momento apenas lo sentía.

El aroma envolvente de incienso y cera, personas rezando, las preguntas casi sin obtener respuestas que la hacían sus hijas pues estaba observando como estaba todo tan organizado, ver como la orquesta de la cofradía se ordenaba, estaba próxima a salir la Imagen, los monjes que la cuidaban, los penitentes, unos descalzos, otros con cadenas unos mas largos que otras arrastrándolas a sus pies, otras haciendo el recorrido de rodillas, Maria miraba todo con curiosidad como cuando era niña, tenia muy claro que la iglesia dejaba mucho que desear, pero ese ambiente…

En un momento todo quedo en silencio, todos mirando a la puerta, solo el sonido del Himno Nacional, las ordenes del Mayordomo, el principio de la Imagen aun sin ver al Cristo, y ver como despacio, va apareciendo, su traje malva, las manos atadas negras, esa cara de dolor sereno, el pelo ondeando por la brisa de esa tarde, majestuoso, se muestra en todo su esplendor, y Maria, sin apenas darse cuenta reza, hacia años que no rezaba, le pidió por sus hijos para que tengan salud, por sus familiares y amigos.

No siguió la procesión, le vio alejarse, se sorprendió a si misma cuando sintió que tenia la cara llena de lagrimas que le resbalaban por las mejillas y no se había dado cuenta, pero estaba llena de paz, por unos minutos, esa paz la reconforto.

domingo, 21 de febrero de 2010

María, espinas



Maria no sabia como, ni por que, pero había días que la aplastaban aun antes de poner un pie en el suelo.

Posiblemente se envenenaba ella sola, le gustaba regodearse con el dolor, como una persona masoquista que adora y repele por igual ese dolor, se había vuelto masoquista del amor, del tiempo pasado y se una realidad cotidiana que odiaba con toda su alma.

A veces, esos pensamientos eran como una morera silvestre, espesa, profunda y que a pesar de dar unos frutos magníficos, deliciosos, dulces, casi perennes, y de que se protegían con espinas, siempre los recogía, a pesar de eso sabía y quería que, de una vez, que se marchitasen con el imparable paso del tiempo.

Ese matorral de recuerdos acoplados en un perfecto matojo de hojas que los protegían y que desde un tiempo pensaba que se habían secado anticipándose al otoño, ahora, sabia que siempre estarían ahí, los había vivido, había sido feliz y ya, todo eso pertenecía al pasado, era anterior y aunque lo sabia seguía metiendo la mano en esa frondosa morera dejándose la piel herida, ya fuese seca por el otoño o en todo su esplendor en pleno verano, llevaba cinco años metiendo las manos para coger esas dichosas moras.

Se puede llegar a enfermar por un amor no correspondido, o quizás por que fue él quien se negó a sentir como ella sentía, no saber asimilar las cosas, enfrentarse un día tras otro a curar su ego maltrecho, que Maria se olvido del suyo, cambiándose las tornas, pensar que él solo supiese ser un cobarde y huir, sin siquiera pensar si ella había salido adelante, le provocaba que metiese mas y mas las manos a ver si se hería mas y olvidaba.

Tú, rey Midas cobarde, Maria sabia que era fuerte, que en su corazón aunque tú estas presente y te sigue amando y odiando a la par, eres su adicción.

Como el sabor de las moras que la desarman las manos, que aunque sabe que se va a herir, la mejor mora, la del fondo esa de noches de Abba, aun seguía empeñada en cogerla, a pesar de las putas espinas, para ella eran las mejores, por que ella es la mejor.